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El último cazador

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"Las personas no deberíamos nunca perder el contacto con la naturaleza." "Si el ser humano quiere sobrevivir tendrá que aprender a vivir con la naturaleza, no contra ella." "Yo no creo que ninguna especie sea especialmente nociva para la naturaleza. El hombre tiene un papel que jugar.También ayudamos a mantener el equilibrio del ecosistema, siempre y cuando so lo tomemos lo que necesitamos." Son algunas de las frases que aparecen en  "El último cazador" (Vanier, N. 2005),  una de las películas de mayor belleza que he visto en mucho tiempo.   La ficción nos cuenta la vida de Norman, un trampero que sigue viviendo, igual que se hace desde hace siglos, en armonía con la naturaleza. Junto a Kebaska, una india Nehanni, y sus perros vamos siendo partícipes de la lucha diaria por la supervivencia en un entorno cada vez más amenazado por industrias como la maderera. Los espectaculares paisajes nevados del Cánada, como sacados de una novela de Jack Lond

Historia en Almuñécar

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Como dijo Lamartine, la casualidad nos da aquello que nunca se nos hubiera ocurrido pedir. Cuando dejamos La Herradura y llegamos a Almuñécar no sabíamos muy bien qué hacíamos allí, pues aquel no era el tipo de lugar que buscábamos. Pero, ni en nuestros deseos más optimistas se nos hubiera ocurrido pedir, en Almuñécar, un entramado urbano histórico adosado a las murallas de un castillo como el que existió hasta no hace muchas décadas en Málaga o Granada. Y es que siempre me  han parecido fascinantes las fotografías de la Alcazaba malagueña habitada. Casas en su mayoría de una sola planta, de paredes encaladas, calles de trazado laberíntico emulando su origen musulmán, gentes humildes, pobreza, abandono, pena. Aquello tuvo su origen en la pérdida de la función militar de la fortaleza por parte de Carlos III en 1786, lo que atrajo a ella a personas de pobre condición social conformándose todo un barrio. Algo similar ocurrió en La Alhambra, la que descubrieron los románticos, la de los

Naufragio en La Herradura

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Dijo Borges que el mar es un antiguo lenguaje que nunca se alcanza a descifrar. Nadie sabe cuan cerca estuvieron de hacerlo los 5.000 tripulantes de las 25 galeras de la Armada Española que perdieron la vida aquel 19 de octubre de 1562 en la bahía de La Herradura. Y es que los fondos marinos de esta joya de nuestro litoral esconden los restos de un naufragio, los ecos, para quien se pare a escucharlos, de una tragedia que marcó el devenir de un imperio. Felipe II pretendía e l control del Mediterráneo para poner freno a los turcos y expulsar de las costas a los corsarios. Hoy, más de cuatro siglos después, uno solo busca en estas aguas poner freno al rugido de los cláxones, al desquiciante tintineo de los whatssaps, uno es un merodeador de silencios frente a los corsarios de lo estridente, un descifrador de lenguajes antiguos como decía Borges. El gran marino Juan de Mendoza no pudo con el temporal y los 25 barcos que dirigía permanecen ocultos en algún lugar de estos fondos y en

Sendero Torre de Cerro Gordo

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Cabras montesas saltando los riscos de un fantástico monte mediterráneo, torres vigías del siglo XVII perfectamente conservadas, playas de aguas cristalinas en las que pueden observarse peces sin salir de la orilla... Y todo ello a unos minutos de la civilización. En pocos lugares de Europa es imaginable algo así. Es el Paraje Natural de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo. España es el país europeo con mayor biodiversidad y fiel representación de ello es el tesoro que tenemos entre las provincias de Málaga y Granada. Si en otra ocasión os hablé del lado oeste (Maro), hoy quiero hacerlo del este (Cerro Gordo). Deciros que las fotos que comparto aquí no son resultado de horas de observación ni producto de sofisticadas cámaras. Al contrario, están al alcance de todo aquel dispuesto a olvidar el soniquete de los smartphones, a hacerse uno con la naturaleza, a hablar su propio lenguaje. Un sendero corto nos llevó a la torre vigía de Cerro Gordo. Se construyó hace unos cuatro siglos pa

Lo que aprendimos de la crisis

En estos días en los que partidarios y detractores de los partidos se enzarzan en las redes cargados de prejuicios y descalificaciones y con muy pocas ideas, leer a los expertos me parece lo más esclarecedor y saludable. Recomiendo esta entrevista. En ella, tres economistas de prestigio de distintas tendencias ideológicas coinciden en cosas que un servidor, con conocimientos muchísimo más básicos en la materia, lleva mucho tiempo diciendo en este muro. “La gran lección que deja la fase expansiva de la economía que culminó en 2007 es que el exceso de concentración de la actividad en un solo sector no es bueno. (…) Y que sí, además, el sector donde se materializa esa deuda es bajo en tecnología es mayor la vulnerabilidad ante vaivenes exteriores. (…) Porque la recuperación se está basando, como alertaba el otro día el Banco Popular en salarios bajos y eso es pan para hoy y hambre para mañana.” Emilio Ontiveros. “No se ha incentivado lo necesario en la innovación, sino que se han i

Nejbet

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En el antiguo Egipto, los buitres eran animales sagrados. Existía el culto a Nejbet, la diosa buitre con alas. Su función era dar protección en los nacimientos, sobre todo en los de los dioses y reyes. Aquellos hombres y mujeres de hace miles de años no tenían los conocimientos en zoología que hoy tenemos, pero demostraron conocer la importancia de este bello animal en nuestros ecosistemas. Para que lo nuevo nazca con fuerza, primero hay que limpiarse de lo viejo, debieron pe nsar. Y tenían razón. Efectivamente, nuestros amigos limpian los espacios naturales de cadáveres, sobre todo de ungulados, y así nos evitan multitud de enfermedades infecciosas. En el Paraje Natural del Desfiladero de los Gaitanes vimos a los buitres leonados (Gyps fulvus), con su elegante planeo sobrevolando las altas cumbres de los macizos rocosos. Son unos maestros del aire. Su dominio del vuelo, sus giros lentos, su cadencia buscando siempre el gasto mínimo de energía, sus casi 3 metros de envergadura alar

Sobre la cumbre de París y el cambio climático

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Ni las izquierdas y derechas con el cargante runruneo de los candidatos, ni la amenaza terrible del terrorismo y sus fanáticos, ni mucho menos la fugacidad de engañosos descuentos con nombre y origen norteamericano. Con los datos sobre la mesa, lo que más debiera importarnos ahora mismo es el cambio climático. Datos que hablan de catástrofes que todos conocemos y que solo se minimizarán (evitarlas fue posible, pero ya es tarde), según muchos expertos, con un cambio de modelo. En lo económico, en lo tecnológico, en lo social. (Recomiendo el artículo publicado hoy en El País “Hacia el final de una economía basada en las energías fósiles” del biólogo Luis Morales Carballo.) Muchas voces se alzarán desde las redes contra los Jefes de Estado y de Gobierno que están reunidos estos días en París si no llegan a un acuerdo satisfactorio (ya incluso se les está criticando), y con razón . Pero, ¿estamos dispuestos como sociedad a aceptar ese cambio de modelo del que hablan los expertos? ¿eso q