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Mostrando las entradas etiquetadas como Senderismo

Sendero Torre de Cerro Gordo

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Cabras montesas saltando los riscos de un fantástico monte mediterráneo, torres vigías del siglo XVII perfectamente conservadas, playas de aguas cristalinas en las que pueden observarse peces sin salir de la orilla... Y todo ello a unos minutos de la civilización. En pocos lugares de Europa es imaginable algo así. Es el Paraje Natural de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo. España es el país europeo con mayor biodiversidad y fiel representación de ello es el tesoro que tenemos entre las provincias de Málaga y Granada. Si en otra ocasión os hablé del lado oeste (Maro), hoy quiero hacerlo del este (Cerro Gordo). Deciros que las fotos que comparto aquí no son resultado de horas de observación ni producto de sofisticadas cámaras. Al contrario, están al alcance de todo aquel dispuesto a olvidar el soniquete de los smartphones, a hacerse uno con la naturaleza, a hablar su propio lenguaje. Un sendero corto nos llevó a la torre vigía de Cerro Gordo. Se construyó hace unos cuatro siglos pa

Picapedreros-Boticario I.

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Siempre he defendido que no hace falta ir muy lejos para disfrutar de la naturaleza, ni tan siquiera un vehículo propio, ese artefacto al que nosotros mismos le hemos dado la categoría de imprescindible y que causa tantos problemas. Si estás en Málaga, tan solo tienes que coger el bus que lleva a Ciudad Jardín, bajarte en la última parada y andar unos 10 minutos en dirección norte para encontrarte con los montes de Málaga en todo su esplendor. Nada más, eso y tener ganas de pasar un gran día de campo. Se trata de la ruta Picapedreros-Boticario. Esta comienza cuando, tras dejar atrás una serie de edificaciones, aparece el cartel indicador de que nos encontramos en el Parque Natural Montes de Málaga. Con él empiezan a darse cita los  pinares con los que se repobló en los años 30 del pasado siglo para retener  los suelos de estos montes devastados  por  talas tremendas y evitar de este modo las  riadas que con frecuencia castigaban a la ciudad  de Málaga. Estos no son los restos

El Río de la Miel (Algeciras)

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¿Qué pensaríamos si nos hablan de zonas de vegetación que han permanecido intactas desde el Terciario? ¿De bosques de galería húmedos y umbríos que han desaparecido de la práctica totalidad del continente europeo? ¿De gargantas angostas en las que sorprendernos con un paraíso de musgos, líquenes, helechos y arbustos relictos como el Rododendro? Seguramente la imaginación del lector volaría rápido hacia los bosques de regiones tropicales, a las grandes selvas, quizás, lejanas e inexploradas por el hombre blanco. Pues no, todas esas maravillas están tan cerca de nuestra civilización que desde la localidad de Algeciras apenas 20 minutos en bus (sigamos desmontando el mito de que para ir al campo, para ver campo, hacen falta enormes vehículos 4x4) nos separan de ellas. Son sólo algunos de los elementos de la naturaleza que podemos disfrutar en el Parque Natural de los Alcornocales y más concretamente en la Ruta del Río de la Miel. Tenemos que empezar en la Barriada del Cobre (Nos

Los cahorros de Monachil

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Nunca dejaré de repetir la enorme maravilla que es el paisaje natural de Andalucía. Pocos lugares te permiten disfrutar de un contraste tan fascinante como el de nuestras tierras del sur, en pocos lugares puedes dar un salto en cuestión de minutos desde enclaves áridos, secos y agrestes, desde las zonas rocosas que son feudo del matorral mediterráneo o desde las dedicadas a ancestrales cultivos hasta los más bellos rincones de umbría, de frescor, de vegetación de ribera, donde el espíritu del agua besa de forma mágica la cansada piel del naturalista. Un ejemplo de esto  es la ruta de Los cahorros por la Era del Portachuelo, más conocida por la de los cahorros del Río Monachil o también por sus célebres puentes colgantes. Ruta que comienza en el mismo pueblo, bordeando el río por la Calle Trinidad Carreras. Es increíble la era Portachuelos, en ella aún puede oírse la voz rota de un pasado de secano, con cultivos de trigo o de cebada, cereales que lo fueron todo