Prospecciones de hidrocarburos en Málaga: ¿Qué queremos ser de mayores?










El pasado jueves 7 de Marzo concluía en Málaga la XX Semana del mar, una interesante iniciativa dirigida por Aula del Mar Málaga y promovida por diversas administraciones que lleva ya 20 años acercando nuestro patrimonio natural, histórico y cultural a los malagueños. En la jornada de clausura se debatió un tema que por su importancia y por lo que nos afecta debería estar ocupando los titulares de los grandes periódicos y grandes medios de la provincia pero que por alguna extraña razón no lo hace: las prospecciones de Repsol en busca de hidrocarburos frente a las costas de Calahonda (Mijas).

Tras asistir a la mesa redonda (que contó con la presencia de destacados miembros de asociaciones ecologistas, entidades científicas y administraciones) y posterior ronda de intervenciones, la sensación que se le queda a uno es de desconcierto. Perplejidad también, pero sobre todo desconcierto y desorientación. Recordemos antes de nada la existencia de varios proyectos de prospecciones para buscar gas en el litoral malagueño: el principal, llamado Siroco, está promovido por Repsol frente a las costas de Mijas y Fuengirola y se encuentra en fase muy avanzada, sólo a la espera de autorización definitiva de Industria, cuestión de tiempo, una vez que el proyecto superó la declaración de impacto ambiental en julio de 2011. 

Uno intenta alejarse de postulados viscerales, emocionales, con los que, a veces con razón y otras sin ella, suele identificarse a colectivos ecologistas o implicados en la conservación. Siempre defiendo la importancia de ir a los documentos originales (como el BOE, ese gran desconocido) para que una sociedad madura y responsable forme su propio criterio y no se encuentre a la deriva de opacos intereses o de torrenciales efluvios de indignación con dudoso interés  por contrastar datos. He de decir, con mi formación de biólogo y tras analizar dichos datos, que este proyecto me parece un cúmulo de despropósitos.

Es obvio que es necesario que se desarrollen este tipo de prospecciones y aunque defiendo la transición hacia un modelo energético limpio y sostenible y a la vez eficaz (sí, se puede, aunque eso será materia de otro artículo) no defiendo ni muchísimo menos que el paso se de de golpe. Ahora bien, prospecciones… ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Por quién? ¿Con qué riesgos? ¿Con qué medidas de prevención?  ¿Dentro de qué modelo? ¿Alguien habló alguna vez de algún modelo?

Está en su derecho Repsol de justificar la importancia del proyecto desde el punto de vista socioeconómico “por la necesidad de disponer de yacimientos que den seguridad al sistema y reservas estratégicas que contrarresten la dependencia exterior de España de gas natural.” Repito, está en su derecho y tiene hasta razón. Ahora bien: ¿Realizar prospecciones a tan sólo 9 Km de la costa en una región turística con lo que eso supone para un sector que, nos guste o no, es en estos momentos el gran motor de nuestra economía? ¿En un lugar también de vital importancia para el sector pesquero por sus (los que quedan) caladeros? ¿A pocos kilómetros de donde se encuentra la pradera de posidonia oceánica de Calahonda, calificada como LIC por la UE? ¿En el mar de Alborán, uno de los mayores puntos calientes de biodiversidad del planeta en los que la mezcla de aguas Atlánticas junto con las Mediterráneas ha propiciado la existencia de comunidades con especies Atlánticas, Mediterráneas, del Noroeste africano y endémicas de este mar según los estudios científicos de la UICN (Ver documento) ? ¿En una zona que, por su proximidad al Estrecho de Gibraltar, constituye una ruta migratoria importante para aves marinas pelágicas como la pardela balear, la gaviota cabecinegra, la gaviota de Audouin o la pardela cenicienta, todas ellas protegidas por la Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad? ¿En un escenario fundamental en las migraciones de cetáceos y tortugas marinas propuesto como área de interés para los cetáceos (Proyecto Mediterráneo-DG de Conservación de la Naturaleza) y área prioritaria para cetáceos y reptiles marinos (ACCOBAMS-Acuerdo para la Conservación de Cetáceos en el Mar Negro, el Mediterráneo y aguas Atlánticas contiguas)? ¿En una de las zonas de mayor tráfico marítimo del mundo con lo que ello conlleva ya de riesgo?  ¿Con un plan de contingencias y emergencias a todas luces insuficiente según los estudios de la DG de Prevención y Calidad Ambiental de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía?  ¿Por una empresa sancionada por propiciar y ocultar los vertidos frente a las costas de Tarragona muy cerca del valiosísimo Delta del Ebro?

Y en estos momentos alguien se pregunta: ¿Y con todos estos datos se aprobó la declaración de impacto ambiental presentada por la empresa? ¿Cómo es posible? Estoy seguro de la preparación y solvencia de la mayoría de los técnicos de nuestras administraciones, pero casos como este nos llevan al terreno de los fenómenos extraños. Quiero recordar que este proyecto tiene en sus diferentes trámites administrativos, autorizaciones de administraciones de los dos grandes partidos (Desde el PP de Aznar en 2004 al PSOE de Rodríguez Zapatero en 2011.)

¿Por qué decía antes lo del desconcierto? Porque en las alegaciones junto a las de combativos grupos ecologistas o a las de instituciones de carácter científico (UICN, IEO, CISC…) se echa de menos la presencia de actores clave como todos y cada uno de los ayuntamientos de cualquier signo político de la Costa del sol, empresarios del sector turístico, del sector pesquero… Desgraciadamente hay cosas que no se pueden compaginar o es tremendamente arriesgado hacerlo. Veo una preocupante falta de rumbo no sólo a nivel político sino a nivel social.  ¿Queremos un litoral con una economía basada en actividades de alto riesgo e impacto o con otra basada en el turismo y en la puesta en valor de un patrimonio natural único en el mundo? Mi respuesta la tengo clara, pero sobre todo creo que hemos de exigir a nuestros gobernantes un rumbo, un proyecto, una visión a largo plazo y no estas políticas cortoplacistas y erráticas a las que nos tienen acostumbrados. Nos falta proyecto, creérnoslo, ilusión, ganas… ¿Qué queremos ser de mayores? 

Ah, lo olvidaba, ese gran desconocido, el BOE.


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