Gualchos - La Rijana

Un bello pueblo blanco que se mantiene casi igual desde hace siglos, inmejorables vistas de la costa, cuestas y barrancos del mejor monte mediterráneo, una cala de aguas cristalinas de la Red Natura 2000 y hasta una torre nazarí sobre un yacimiento romano. Todo ello a escasos minutos de los cláxones y el asfalto. Es la no muy conocida ruta de Gualchos a la cala de La Rijana.
España es el país europeo con mayor biodiversidad y la provincia más biodiversa es Granada. Poco en común tienen las cumbres blancas de Sierra Nevada, los cañones y el monte mediterráneo de las Sierras Tejeda, Almijara y Alhama o los acantilados de parajes como el de Maro-Cerro Gordo o de calas que, enhorabuena a los granadinos, se han sabido conservar a lo largo de buena parte del litoral.
La ruta comienza en Gualchos. Avisar de que no hay autobus, pero que, para aquel que quiera desarrollar un turismo con menos emisiones y no llevar vehículo propio, existe un servicio de taxi desde el núcleo costero de Castell de Ferro. La belleza habita entre las sombras del viejo lavadero, en el que las mujeres se encontraban para lavar las ropas; en sus calles y callejuelas, algunas minúsculas, angostas, en las que la cal dibuja el rostro blanco de lo eterno, la madera el ocre en puertas y ventanas, las flores el colorido y los tejados nos recuerdan con su óxido rojizo que la mar y el salitre, aunque parezca lo contrario, no deben andar muy lejos.
Se sale del pueblo en dirección oeste y, nos adentraremos monte arriba por el paraje de "La Loma" hasta la subida accesible del "Pico del Águila", acompañados por especies insignia del monte mediterráneo: el tomillo, la aulaga, el romero, el esparto... Ojo, es importante que para hacer esta parte de la ruta no se den temperaturas muy altas. Si no, es recomendable seguir, con ruedas, el camino que lleva a la playa. Siempre, por favor, calzado cómodo, protección solar y mucha agua. El senderismo es salud o no es nada.
Iniciando el descenso, la costa granadina se nos presenta inmensa y el mar que arriba algo se intuía se desvela sin tapujos con toda su fuerza, con todo su azul. La cala de "La Rijana" pertenece a la Red Ecológica Europea Natura 2000 y a una "Zona de Especial Conservación". Especies de aves marinas como la gaviota patiamarilla, de invertebrados como la lapa ferruginosa y de mamíferos como los delfines, calderones y cachalotes son algunas de sus cartas de presentación.
Pasaremos por debajo de un viejo puente y la cala hará presencia con unos acantiados esculpidos por siglos de aguas y vientos y un mar cristalino que nos llamará a olvidar el sofocante calor de julio. Todo bajo la efigie de una derruida torre nazarí que, en sus tiempos, protegía una pequeña pesquería musulmana y bajo la que se encuentra un yacimiento romano.
Una joya que se encuentra en terrenos clasificados como suelo no urbanizable de especial protección por legislación específica, cosa que no cayó del cielo y que, siempre me gusta recordar, como en tantos otros lugares, ha sido el fruto de la dura lucha de biólogos y de amantes de estas tierras contra las presiones de los que defienden el mal entendido "desarrollo" a cualquier precio. Ojalá que el tan comprensible turista de buceo y el que solo busca el sol sigan las directrices de un turismo respetuoso y sostenible. La conservación de enclaves como este es diferenciación, generación de destino y valor añadido. O sea, lo que sí genera empleo estable y de calidad.

Puedes verlo en las fotos o disfrutarlo, es lo ideal, en persona.










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