Cuando cumplamos 40

 "¿Dónde estaremos cuando cumplamos 40?" se preguntaba en una de sus canciones Ismael Serrano, poniendo fecha a uno de tantos miedos que empiezan a asaltarnos cuando somos más jóvenes: el del paso del tiempo. Y la cifra nos parece un abismo, un límite, una línea divisoria que separa nuestro mundo de un territorio desconocido, de una madurez sin retorno. Lo cierto es que yo en este momento no tengo la sensación de estar cruzando absolutamente nada, porque creo firmemente que avanzar, aprender, crecer, deben estar ahí siempre como parte de este viaje. Pienso, en otras palabras, que no somos totalmente maduros nunca, ni tampoco creo que haya que serlo.

Algunos dicen cosas como "yo no quiero ser un adolescente de 30 años" "o de 40" cuando consideran que algo debe estar presente en solo una cuadrícula, que solo cabe a un lado de la línea, en una esquina del pasado. Están en su derecho. Yo, sin embargo, soy de esas otras personas que siguen pensando que la curiosidad, la emoción o el vértigo son ingredientes imprescindibles para una vida más saludable, que no deberíamos cortar todos los lazos con quienes algún día fuimos, ni renunciar por un prejuicio a lo que hace de nuestro mundo un lugar más llevadero, más habitable, más feliz, en ocasiones, si se quiere.
Con cuarenta años hago balance de lo vivido, sigo intentando encajar en el futuro un montón de planes, olvidando como siempre que, como dijo Benedetti, el futuro no es una página en blanco sino una fe de erratas. Continúo aprendiendo, quiero decir, a calmar las urgencias. Me propongo una y otra vez dejar a un lado el piloto automático, no mirar tanto el reloj, parar más a menudo, acallar el ruido, decir más veces gracias. Valorar más, que como cantan Ismael y Silvio, amo a una mujer clara que amo y me ama sin pedir nada, a los amigos que aún me acompañan. Valorar tantas cosas.
Aprendo todo eso o lo intento, solo a veces lo consigo y me abro paso lentamente, con una media sonrisa y una mirada serena, de entre mis fantasmas, mis dudas, mis laberintos. De entre los restos de cada naufragio. Me acuerdo de quienes ya no están, escucho una canción, releo algunos versos. Y aquí es donde estoy ahora que cumplo cuarenta. Un lugar que no es otro que la vida.




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